sábado, 13 de agosto de 2016

El Gabinete Hermético: Los Ideogramas y el Lenguaje Cifrado de la Alquimia

Los setenta y dos nombres de Dios: "Según la Cábala, existen setenta y dos nombres de Dios, lo que Kircher interpreta poniendo el nombre de Dios en setenta y dos lenguas, cada uno de ellos escrito con cuatro letras para reflejar el Tetragrammaton hebreo IHVH", mientras que del tronco de la palmera florecida se producen todas las generaciones correspondientes a todos estos nombres.
Oedipus Aegyptiacus II. Roma, 1653.

   Al revisar en los códices o manuscritos de la literatura alquimista, tanto la temprana como la contemporánea, se topa uno con un serio problema: esta literatura despliega un lenguaje, tanto visual como textual, extraordinariamente sugestivo, rico en alegorías, analogías y alusiones, un lenguaje que, gracias sobre todo a la mediación de los escritos teosóficos que Jakob Böhme, místico y teósofo luterano alemán, ha ejercido una manifiesta influencia en el romanticismo (con W. Blake o Novalis), en el idealismo alemán (Heger, Schelling) y en la literatura moderna (con Yeats, Joyce, Rimbaud, Brecht, Breton, Artaud, etc.).

   
Jakob Böhme (Görlitz 1575, 1624) fue un importante vínculo de transmisión entre el maestro Eckhart y Nicolás de Cusa, por un lado, y Georg Wilhelm Friedrich Hegel y Friedrich Schelling, por otro. Su extensa obra, nacida de la intuición intelectual, ha influido durante siglos sobre todo en filósofos y teólogos. Su motivación fueron las cuestiones acerca del origen del bien y del mal. Escribió obras como Árbol matutino naciente o Sobre los tres principios de la esencia divina.

A los 18 años tuvo una "visión" que le cambió la vida. Fueron 7 días en los que dijo estar "rodeado de la divina luz". (...) Tuvo sucesivas visiones, hasta que en 1610 se decidió a escribir sus experiencias durante su tiempo libre. Aurora es la obra de la que dice Böhme que fue redactada "bajo el impulso de Dios". Algunos ven en dicha obra la influencia de Valentín Weigel (1533-1588), pastor protestante que fundó una secta mística basada en las enseñanzas de Taulero y Paracelso. (F)

   Numerosos eran quienes, incluso en el seno de la propia corporación, criticaban la "lengua oscura" de los alquimistas. Y lo que ellos mismos nos revelan sobre sus medios de expresión , no parece facilitar más las cosas: "Cuando hablábamos abiertamente, no decíamos (en realidad) nada. Pero cuando escribíamos en lenguaje cifrado y en imágenes, ocultábamos la verdad". (Rosarium philosophorum).

   Quien, sin tener en cuenta esta advertencia, penetra en este campo lingüístico, se encuentra bruscamente en un caótico sistema de referencias, en una red de pseudónimos cambiantes y símbolos de substancias arcanas que pueden en principio significar algo muy distinto y que no pueden desentrañar ni siquiera los léxicos especializados ni los modernos diccionarios de sinónimos. Semejante maraña de conceptos difusos lleva una y otra vez a adoptar medidas simplificadoras. En este sentido conviene citar aquí los desvelos hermenéuticos y fecundos del psicoanalista suizo C. G. Jung, que redujo la figura híbrida de la alquimia únicamente a su aspecto interno, y que sólo aceptaba la obra química exterior como una proyección de procesos psíquicos manifiestos.

   No obstante, los filósofos herméticos se expresan "más clara y libremente, con más rigor, mediante un discurso sin palabras o incluso sin discurso, o con imágenes de los misterios, que con las palabras, incluso en aquellos enigmas representados por figuras" (C. Horlacher, Kern und Stern..., 1707). Con sus ideogramas pretenden, en opinión del adepto rosacruciano Michael Maier, "llegar al intelecto por los sentidos". 

   La tendencia a la lengua secreta en "sintagmas oscuros", cifrados, en imágenes enigmáticas, se explica por el profundo escepticismo frente al poder expresivo de la lengua de Babilonia, con su alfabeto impío y sus reglas gramaticales que encadenan al Espíritu Santo. Lo que realmente importaba era preservar de los abusos del profano el saber primordial, esa prisca sapientia: que había sido directamente revelada por Dios a Adán y a Moisés y que una élite había transmitido a lo largo de los siglos. Por ese motivo Hermes Trismegisto, con Zoroastro, Pitágoras y Platón, había inventado los jeroglíficos (v).

Carl Gustav Jung (1875-1961) fue un médico psiquiatra, psicólogo y ensayista suizo, figura clave en la etapa inicial del psicoanálisis; posteriormente, fundador de la escuela de psicología analítica, también llamada psicología de los complejos y psicología profunda. Jung fue un pionero de la psicología profunda y uno de los estudiosos de esta disciplina más ampliamente leídos en el siglo XX. Su abordaje teórico y clínico enfatizó la conexión funcional entre la estructura de la psique y la de sus productos, es decir, sus manifestaciones culturales. Esto le impulsó a incorporar en su metodología nociones procedentes de la antropología, la alquimia, la interpretación de los sueños, el arte, la mitología, la religión y la filosofía.


Michael Maier (1568–1622) fue un médico alemán, consejero de Rodolfo II de Habsburgo y un culto alquimista. Su obra capital, la llamada Su Fuga de Atalanta (Atalanta fugiens), libro emblemático sobre alquimia, fue publicado en 1617. De esta obra capital aqui les dejo unos cuantos grabados:






   La idea que tenía el Renacimiento de los antiguos jeroglíficos egipcios era la de un código secreto y simbólico, y esa idea estaba basada en el tratado de un egipcio del siglo V de nuestra ella llamado Horapolo, en el que se encuentra la clave simbólica para descifrar cerca de 200 signos. Esta obra titulada "Hieroglyphica", publicada en numerosas traducciones e ilustrada entre otros por Durero, estimuló la imaginación de los artistas de la época como Bellini, Tiziano y El Bosco.

   En el "Hieroglyphica" de Horapolo tiene también su origen la emblemática, las figuras simbólicas acompañadas siempre de un corto lema y un comentario aclaratorio. Los emblemas conocerían un gran éxito en los siglos XVII y XVIII, revelándose como vehículo ideal para la propagación de las tesis paradójicas de los alquimistas y de sus aforismos. Los pseudo-jeroglíficos se combinaron de esa forma con viejas enseñanzas pseudo-egipcias, de la misma forma que la mayor parte de los escritos herméticos aparecidos en los entarimados de los techos o en cavidades de antiguos muros resultaron ser pseudo-epígrafes debidos a miembros eminentes de la dinastía hermética.


Grabado encontrado en la obra ilustrada Hieroglyphica.



     El esplendor de la emblemática hermética y del arte ilustrado hermético llega a su fin con el declive de la alquimia "clásica". A comienzos del siglo XVII existían posturas opuestas e irreconciliables entre los alquimistas teosóficos como los Rosa-Cruz y los alquimistas operativos como Andreas Libavius, quienes buscaban mejorar las bases empíricas de la alquimia, situándola en la órbita de la química analítica. Los Rosa-Cruz concedían generosamente que no había mal alguno en fabricar "ese oro impío y execrable", ridículo remedo en comparación con el din verdadero del acrisolamiento interior y precisaban que su oro era sobre todo el oro espiritual de los teólogos.

El Templo de la Rosa Cruz, Teófilus Schweighardt Constantiens, 1618.



Retrato del químico y médico alemán Andreas Libavius (1550-1616), un fervoroso defensor de la crisopeya o el arte de transmutar los metales en oro. Su obra capital "Alchemia" (1597) es considera el primer libro sistemático de química, donde se incluyen instrucciones para la preparación de diversos ácidos fuertes. Entre sus obras se puede encontrar un panfleto contra la Orden de los Rosacruces.

     No obstante, ambas posturas antagónicas reivindicaban para sí la figura de Theofrastus Bombastus von Hohenheim, más conocido por el sobrenombre de Paracelso (1493-1541). En este autor, el estudio empírico de la naturaleza va a la par del misticismo. Su vasta obra, en la que se encuentran gran cantidad de fórmulas para la preparación farmacéutica de productos de origen vegetal o mineral, abunda también en teorías sobre la mística de la naturaleza, en el campo de influencia de los astros y su magia, la cábala y la mística cristiana. La influencia de sus escritos se extiende desde los exégetas especulativos de la alquimia, Valentin Weigel, los Rosa-Cruz y Jacob Boehme, hasta el romanticismo y los movimientos antroposófico-teosóficos de los tiempos modernos.


Retratos del brillante alquimista, herborista, astrólogo y médico suizo Theophrastus Phillippus Aureolus Bombastus von Hohenheim (1493-1541), también nombrado Paracelso (Paracelsus, en latín), nombre que escogió para sí mismo y que significa «igual o mejor que Celso», un médico romano del siglo I. Entre sus logros científicos está el haber logrado la transmutación del plomo en oro, también se dice que había logrado crear un pequeño humano de probeta, un homúnculo de no más de 30 centímetros, mencionado en su obra "De homunculis" (c. 1529-1532), y "De natura rerum" (1537).


Lámina perteneciente al primer volumen de la "Opera omnia medico-chemico-chirurgica", publicado en 1658, casi un siglo después de su muerte.

     Los dos manifiestos que prometían al lector más oro "que el que tiene el rey de España en las Indias" dieron, a comienzos del siglo XVII, un decisivo impulso a la producción de libros de alquimia. Incluso en el siglo XVIII, los puestos de libros en las ferias alemanas tenían tal abundancia de volúmenes semejantes, cuyo objeto era la búsqueda del lapis o piedra filosofal.

     Entre los muchos simpatizantes de la invisible hermandad luterana se encuentra Lucas Jennis (1590-1630), editor del primer "Musaeum Hermeticum", publicado en Francfort en 1625. Esta compilación contiene magníficos aguafuertes de Matthäus Merian (1593-1650). No obstante, un año antes y bajo el título de "Viridiarium Chymicum"o "Chymisches Lustgärtlein" (1624), Jennis había publicado una colección de ilustraciones alquímicas provenientes de sus archivos. Cada uno de estos motivos iba acompañado de versos salidos de la pluma de Daniel Stolcius von Stolzenberg, discípulo del médico paracelsiano Michael Maier (de quien hacíamos referencia en entregas anteriores). En 1618 , Maier publicó su célebre corpus de emblemas titulado "Atalanta fugiens". A la unión en un matrimonio de Merian con la hija de Maier debemos no sólo las ilustraciones de "Atalanta, sino numerosos grabados para la gigantesca obra de arte bibliográfica del visionario Rosa-cruz inglés Robert Fludd (1574-1637), amigo y colega de Maier además de alquimista, eximio dibujante y sobresaliente médico.

El Musaeum hermeticum ("Museo hermético") es un compendio de textos alquímicos publicado inicialmente en alemán, en Frankfurt, en 1625 por Lucas Jennis. Fue publicado con el propósito aparente de suministrar de una manera compacta una colección representativa de escritos alquímicos relativamente breves y menos antiguos; podría ser considerado como un suplemento a aquellos grandes almacenes de aprendizaje hermético tales como el Theatrum chemicum, o la Bibliotheca Chemica Curiosa de Jean-Jacques Manget. Parecía representar a una escuela diferente en alquimia, menos comprometida con el pasado y menos oscura que las obras de los más antiguos y tradicionales maestros alquímicos.

Representación en xilografía del Uróboros, elaborada por Lucas Jennis en 1625. Ilustración hallada en su tratado alquímico "De Lapide Philosophico"

Lámina extraída del manual alquímico Viridiarium Chymicum, la ilustración perteneciente al ya mencionado artista Lucas Jennis, mientras que el texto es obra de Daniel Stolcius von Stolzenberg. Esta imagen es una representación simbólica de los cuatro elementos.

El médico inglés Robert Fludd (1574-1637) fue un espíritu renacentista cuyo erudito interés abarcó la arquitectura, las matemáticas, la música y las esferas pitagóricas, la ingeniería militar, la hidrología, la óptica y, por lo que más se le recuerda, la astrología, la alquimia, la Cábala, el hermetismo y el rosacrucianismo. Fludd practicó medicina a la manera de Paracelso, y de este gran maestro suizo incorporó una filosofía del mundo como imagen de la divinidad: el hombre y la naturaleza siendo el microcosmos de Dios y las estrellas. Uno de los indudables talentos de Fludd fue el dibujo, y esa eterna tarea de buscar representar a Dios -de crear una imagen que sirva como mapa psíquico de aquello inconmensurable que sólo puede ser simbolizado pero nunca significado- dejó algunos de los diagramas herméticos y alquímicos más logrados y consultados entre los estudiosos de las ciencias ocultas. (F)


     En las generaciones siguientes, el sucesor intelectual y principal competidor de Fludd, pero proveniente de la Contrarreforma, sería el jesuita alemán Athanasius Kircher (1602-1680). Sus conocimientos enciclopédicos sobrepasaban por mucho los de Fludd en todos los campos. Sabio unicersal, Kircher pasa por fundador de la egiptología, y hasta el advenimiento de Champollion, su interpretación simbólica de los jeroglíficos era indiscutida.

     Su obra extremadamente vasta, en la que junto a los infolios ricamente ilustrados se encuentra su célebre colección de ciencias naturales, está impregnada de sus vastos conocimientos científicos y de su interés por los saberes ocultos y hechos pretendidamente milagrosos. Este hecho, unido a su interés precoz por los sistemas religiosos de Oriente Medio y Lejano Oriente, preparó el terreno al audaz sincretismo de la Sociedad Teosófica, fundada al término del siglo XIX.
Fuente: El Museo Hermético. Alquimia & Mística, Alexander Robb, Taschen.

Athanasius Kircher fue sacerdote jesuita, políglota, erudito, estudioso orientalista, de espíritu enciclopédico y uno de los científicos más importantes de la época barroca. La obra escrita de Kircher es muy prolífica y consta de 44 volúmenes.

El Museo Kircher en Collegium Romanum

     En la siguientes entregas del Gabinete Hermético se tocará el profundo influjo de la Gnosis y del Neoplatonismo en la vertiente alquímica europea medieval.


... Continuará

1 comentario:

  1. Muchas gracias. Un reencuentro con loa misterios de la sabiduria eterna de la Sabiduria Iniciatica

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