martes, 16 de agosto de 2016

Atalanta Fugiens

Portada de Atalanta Fugiens del célebre médico, alquimista y místico de la corte de Rodolfo II de Praga


Ficha técnica:

• Autor: Michael Maier (Alemania)
• Año de Publicación: 1617
• Género: Tratado de Alquimia, Poesía, Música.


Michael Maier (1568–1622) fue un médico alemán, consejero de Rodolfo II de Habsburgo y un culto alquimista.

   En una entrega anterior del Gabinete Hermético tocábamos, al referirnos a la iconografía alquímica (v), someramente la importante obra de Michael Maier, su Atalanta Fugiens. Decíamos que esta obra es de capital importancia para la alquimia ya que es el primer texto, podría decirse, multimedia, pues además de ser un tratado de alquimia, contiene poemas, cincuenta piezas musicales, reproducciones en grabados, y diferentes epigramas. En esta ocasión indagaremos en la iconografía esta interesante y magnífica obra.

   El alquimista Michael Maier (1568-1631?) es uno de los cónsules máximos de la Filosofía Química. Graduado en medicina en Rostock (1697) viajó a Praga para ofrecer sus servicios a uno de los mecenas más importantes en toda la historia de la alquimia europea, el emperador germano Rodolfo II (llamado en su tiempo el Hermes Alemán). Aquella corte, plagada de Rosacruces, astrólogos y esoteristas de todo tipo, le vino como anillo al dedo y no tardó en triunfar constituyéndose en miembro del consejo real y en primer médico de cámara de su majestad. Su obra impresa apareció a lo largo de un periodo de tiempo sorprendentemente corto (1614 - 1620), apenas seis años en los que vieron la luz títulos apoteósicos de la literatura hermética como “Septimana Philosophica”, “Arcana Arcanissima”, “Viatorum”, “Lusus Scrius”, “Symbola Aureae”, “Themis Aurea”, o “De Circulo Physico Cuadrato”. Son ediciones tremendamente cuidadas, verdaderas obras de arte que hoy día alcanzan precios mareantes en librerías especializadas y en casas de subastas. De entre todas ellas la “Atalanta Fugiens” ocupa un lugar destacado para los discípulos de Hermes.

   La Atalanta Fugiens se imprimió en 1618 por Jerónimo Gallerus con edición de Juan Teodoro de Bry, y se dedicó a los miembros del consistorio imperial de Mühlhausen, especialmente a Cristóbal Reinart, jurista y conde palatino. Se trata de un libro “total” en el que se asocian imágenes, texto y música con el fin, según Maier, de abrazar a la vez los tres objetos de los sentidos más espirituales, a saber: la vista, el oído y la inteligencia misma.

La composición del libro es, básicamente, la siguiente: 

1º Una portada que es verdaderamente el primer emblema de todo el conjunto. Se trata de diversas escenas, distribuidas alrededor del título, en las que se escenifica el mito de Atalanta tal y como lo relata Ovidio en la Metamorfosis. Se acompaña de un largo epígrafe. 

2º Un prefacio al lector, que llega hasta la página undécima, donde Maier explica el sentido de su libro y la manera en la que debe leerse. 

3º Un verdadero manual hermético audiovisual en cincuenta cuadros divididos en dos partes dispuestas sobre páginas enfrentadas, a saber: a al derecha un emblema con su mote y su epigrama en latín, y a la izquierda una pieza musical (la fuga) con el mismo mote y epigrama traducidos al alemán.

   Sin más preámbulos empecemos a examinar los grabados de Matthias Merian recopilados y ordenados, además de comentados, por Maier.


Atalanta, escultura en mármol de Pierre Lepautre (1703-1705).


EPIGRAMA DEL AUTOR

Llevó el inteligente muchacho las tres manzanas del Huerto de las Hespérides que le había regalado la diosa Cipris, y las puso en el suelo ante la carrera de la virgen en fuga para que se demorara recogiéndolas. Ahora brilla ésta, luego ésa, después aquélla, él ha esparcido los áureos dones por el suelo delante de la que va más rápida que los Euros. Así demoró los pasos de la joven, a la que hizo detenerse, y luego reemprender la carrera. Cuando el amante hubo repetido tres veces la añagaza, Atalanta se entregó como premio a su vencedor. Hipómenes es la virtud del azufre; ella el mercurio volátil, la hembra vencida en la carrera por el macho. 

Luego que estos se abrazan por causa del deseo amoroso en el santuario de Cibeles, encienden la ira de la diosa, que para castigarlos viste a ambos con piel de león, por lo que sus cuerpos enrojecen y se vuelven fieras. A fin de expresar fielmente las escenas de esta carrera, mi musa te ofrece una fuga a tres voces: una permanece única y corresponde a la voz de las manzanas; la otra, a la que huye, y la tercera, a quien la sigue. Esto es para tus oídos, y hay algunos emblemas para que los tengas ante los ojos, pero de ahí ha de sacar la razón las señales arcanas. Estos objetos son llevados a los sentidos para que, utilizados como reclamos, el intelecto recoja las preciosidades recogidas en ellos. La superficie de la tierra tiene toda clase de riquezas, y la medicina posee la de la salud: el león doble puede proporcionarlo todo en abundancia. 


EMBLEMA I. De Secretis Natura.
El viento lo ha llevado en su vientre

EPIGRAMA I
Si el embrión que está encerrado en el ventoso vientre de Bóreas llega a ser dado a luz vivo, él sólo, con su arte, con su mano, su fuerte cuerpo y su mente podrá superar todos los trabajos de los héroes. No sería para ti como un Caeso, ni como un inútil aborto, ni como un Agripa, sino un nacido bajo buena estrella.


EMBLEMA II. De Secretis Natura.
La tierra es su nodriza

EPIGRAMA II
Según parece, Rómulo estrujó las ásperas ubres de una loba y Júpiter las de una cabra. Si se ha dado crédito a estos hechos, ¿qué tiene de extraño que nosotros digamos que la tierra nutrió con su leche a la tierna prole de los sabios?. Si tan grandes héroes se alimentaron de unas simples bestias, ¿cuán grande no será auquél al que sirvió de nodriza el globo terrestre?


EMBLEMA III. De Secretis Natura.
Como la mujer lavando los paños, así debes hacer

EPIGRAMA III
Tu que gustas de escrutar los arcanos ocultos, no permanezcas impávido y toma como ejemplo todo lo que pueda ayudarte. ¿Acaso no ves que la mujer limpia las manchas de los paños añadiéndoles agua caliente?. Imítala y así no trabajarás en vano en tu arte, pues el agua se lleva la suciedad del cuerpo negro.


EMBLEMA IV. De Secretis Natura.
Junta al hermano con la hermana y ofréceles un filtro de amor

EPIGRAMA IV
No habría en el mundo tanta cantidad de hombres si al hermano no se le hubiera dado su hermana como primera esposa. Por ello, une de buen grado a dos hijos de los mismos padres, de modo que sean marido y mujer en el lecho. Dales de beber a ambos un licor nectarino como filtro de amor y engendrarán la esperanza de un hijo.


EMBLEMA V. De Secretis Natura.
Pon un sapo sobre los pechos de una mujer para que lo amamante. Y que muera la mujer y engorde el sapo con su leche

EPIGRAMA V
Póngase un gélido sapo en un pecho femenino, que beba la leche como si fuera un niño. Que crezca y se inche sobre la ubre vaciada, y la mujer enferma ponga fin a su vida. De ahí harás una noble medicina que arrancará la ponzoña del corazón humano y detendrá la corrupción.


EMBLEMA VI. De Secretis Natura.
Sembrad vuestro oro en la tierra blanca foliada

EPIGRAMA VI
Los campesinos arrojan sus semillas a la tierra seminal cuando ha sido foliada (foliata) por sus azadones. Los filósofos enseñaron a sembrar el oro en campos níveos que tienen el espesor de una leve hoja. Cuando tú hagas esto pon mucha atención, porque verás que el oro germina de manera similar al trigo.


EMBLEMA VII. De Secretis Natura.
Suele suceder que el pollo que sale volando del nido, cae de nuevo en él

EPIGRAMA VII
El pájaro de Júpiter construyó su nido en un peñasco hueco donde ocultó y alimentó a sus pollos. Uno de ellos quiso elevarse en el aire con sus leves alas, pero fue detenido por su hermano, ave aún implume. Si no quieres trabajar en vano úneles la cabeza con la cola, y así el volador permanecerá en el nido que había abandonado


EMBLEMA VIII. De Secretis Natura.
Toma el huevo y golpéalo con la espada de fuego

EPIGRAMA VIII
Hay un ave en el mundo superior a todas, preocúpate sólo de encontrar su huevo aquél donde la tierra clara circunda a la yema amarilla. Atácalo hábilmente con una espada ardiente (que Marte ayude a vulcano). El pollo que saldrá de allí será vencedor del hierro y del fuego.


EMBLEMA IX. De Secretis Natura.
Encierra un anciano con un árbol en una casa cubierta de rocío y comiendo de su fruto se tornará joven
EPIGRAMA IX
Hay en el huerto de la filosofía un árbol que da manzanas de oro, cógelo junto a nuestro anciano, encierra a ambos en una casa de cristal llena de rocío y déjalos así durante muchos días. Entonces él, que antes era viejo, se saciará con el fruto del árbol hasta que ¡maravilla! se vuelva joven.


EMBLEMA X. De Secretis Natura.
Da fuego al fuego, mercurio al mercurio, con eso te bastará

EPIGRAMA X
Todo el engranaje del mundo depende de esta cadena (catena): que todo lo que es igual se regocija con su igual. Así que únase a Mercurio con Mercurio, al fuego con el fuego, y sea esta dada a tu arte. Vulcano pone en movimiento a Hermes, pero el alígero Hermes, ¡oh, cintia!, te libera, en tanto que a tí, Apolo, tu hermana



EMBLEMA XI. De Secretis Natura.
Blanquead a Latona, y romped los libros

EPIGRAMA XI
Nadie desconoce a los gemelos de Latona que, según refiere la antigüa fama, son hijos de Júpiter. Otros dicen que esta prole resultó de mezcla de la luz del sol con la de la luna, que tiene manchas negras en la cara. Disponte, pues, a blanquear a Latona y rompe sin demora los libros ambiguos que te dañan.


EMBLEMA XII. De Secretis Natura.
La piedra que Saturno devoró creyendo que era su hijo Júpiter fue puesta en el Helicón como recuerdo para los mortales

EPIGRAMA XII
¿Quieres saber la razón de que tantos poetas canten al Helicón y de que haya quien intente escalar su cumbre?. En su cima está la piedra, monumento en el vértice, que su padre vomitó en lugar de Júpiter. Si tomas estas palabras al pie de la letra es que tu mente está enferma, pues aquella es la piedra química de Saturno




EMBLEMA XIII. De Secretis Natura.
El cobre de los filósofos es hidrópico y requiere ser lavado siete veces en el río, igual que el leproso Naamán en el Jordán
EPIGRAMA XIII
Languideciente, el cobre de los sabios se hincha a causa de la hidropesía, por lo que busca las aguas salutíferas. Es como Naamán librándose de las huellas de la lepra en el Jordán, y se lava tres y cuatro veces en sus linfas. Así, pues, precipita en agua dulce tus cuerpos, y luego aquélla, por su virtud salutífera, arrastrará las enfermedades.


EMBLEMA XIV. De Secretis Natura.
He aquí el dragón que se muerde la cola

EPIGRAMA XIV
La cruda hambre enseñó a los pulpos a comerse sus propias patas, y a los hombres a nutrirse de carne humana. Mientras el dragón se muerde la cola con el diente y la mete en el vientre, se convierte a si mismo en gran parte de su propio alimento. Aquel debería ser domado mediante hierro, hambre, cárcel, mientras se devore y se vomite, se mate y se vuelva a parir.


EMBLEMA XV. De Secretis Natura.
Que la obra del alfarero, consistente en lo seco y en lo húmedo, te ilustre

EPIGRAMA XV
Mira con cuánta rapidez da forma el ceramista a sus vasos con el torno, mientras con el pie mezcla la arcilla con el agua. En dos cosas tiene depositada su confianza: en que, con su arte, el líquido atempere la sed de los secos polvos. Haz tú lo mismo, estando más asesorado con con este ejemplo: que el agua no domine a la tierra ni sea dominada por ella.


EMBLEMA XVI. De Secretis Natura.
Las plumas que un león no tiene, las tiene el otro

EPIGRAMA XVI
El león, vencedor de los cuadrúpedos, fuerte de pecho y uña, lucha sin miedo y desdeña la huida. Únele por las patas con una leona alada, la cual vuela y quiere arrastrar consigo al macho. Pero él está en el suelo, inamovible, y retiene a la voladora. Que esta imagen de la naturaleza te muestre el camino


EMBLEMA XVII. De Secretis Natura.
La cuádruple órbita que rige la obra del fuego
EPIGRAMA XVII
Tú, que imitas la obra de la Naturaleza, debes buscar cuatro esferas, en cuyo actúa un leve fuego. La inferior ha de referirse a Vulcano; la otra, que muestre a las claras a Mercurio; la tercera que tenga a la Luna; la cuarta, la tuya, a Apolo, que se entiende como el fuego de la Naturaleza. Que esta cadena oriente a tus manos en el arte


EMBLEMA XVIII. De Secretis Natura.
El fuego gusta de arder, no de aurificar, como hace el oro
EPIGRAMA XVIII
Si algo es principio activo de la Naturaleza, pone sus fuerzas en movimiento y desea multiplicarlas. 
Así, el fuego hace todas las cosas ígneas, y no hay nada que dé una obra noble sin ayuda. El oro no quema por si mismo, ni el fuego produce oro. Todas las cosas conocen dónde está su semilla.


EMBLEMA XIX. De Secretis Natura.
Si matas a uno de los cuatro, inmediatamente morirán todos
EPIGRAMA XIX
Cuatro hermanos están en pie en larga fila, uno de los cuales sostiene en la mano derecha un pedazo de tierra; otro, de agua; la porción de los restantes es de aire y de fuego. Si quieres que perezcan, mata a uno de ellos y todos serán suprimidos por la muerte de su consanguíneo, ya que los ligan mutuos vínculos de naturaleza.


EMBLEMA XX. De Secretis Natura.
La Naturaleza enseña a la Naturaleza a vencer el fuego
EPIGRAMA XX
La llama que, como el dragón, todo lo devora, diligentemente se apresta a destruir por la fuerza la belleza eximia de la doncella. Estando ella derramando lágrimas, he aquí que es vista por azar por un varón. Él fue a ayudar a la desdichada. Adelantándose a cubrirla con el escudo, luchó con su enemigo, y la enseño a alejar del espíritu tantas asechanzas.


EMBLEMA XXI. De Secretis Natura.
Haz con el macho y la hembra un círculo, de ahí un cuadrado, de él un triángulo; haz luego un círculo y tendrás la piedra de los filósofos
EPIGRAMA XXI
Que el macho y la hembra te hagan un círculo del que surja un cuadrado del mismo tamaño. Haz de éste un triángulo, que a su vez forme una esfera tocando con su curva todos los vértices: entonces nacerá la piedra. Si no comprendes con facilidad y rapidez una cosa tan sencilla tan grande, lo sabrás cuando comprendas las enseñanzas de la geometría



EMBLEMA XXII. De Secretis Natura.
Con el plomo vestido de blanco has de obrar como las mujeres, es decir, cuece

EPIGRAMA XXII
Tu que gustas de sacar mucho rendimiento con poco trabajo, cubre de nieve el negro rostro de Saturno, y te será dada una materia blanquísima de plomo. Después de esto no queda sino una obra de mujer que coloca en al fuego las ollas, pero haz que se disuelva en tus propias aguas la trucha.



EMBLEMA XXIII. De Secretis Natura.
Llovió oro cuando nacía Palas en Rodas y cuando el Sol se unió con Venus
EPIGRAMA XXIII
Hay una cosa admirable de la que Grecia nos da fe y que fue celebrada entre los rodios. Dicen que cayó de las nuves una lluvia de oro donde estaba el sol haciendo el amor a la diosa chipriota, y también cuando Palas salió del cerebro de Júpiter. Caiga así el oro en tal cantidad como lluvia de agua, en vaso adecuado 



EMBLEMA XXIV. De Secretis Natura.
El lobo le ha devuelto la vida al rey y, una vez quemado, le ha devuelto a la vida

EPIGRAMA XXIV
Ocúpate en capturar al lobo devorador, arrojándole el cuerpo del rey para saciar su apetito. Ponle, te lo ruego, donde Vulcano hace nacer el fuego, con el cual la bestia se convierta en cenizas. Hazlo una y otra vez: Así se resurgirá de la muerte, y será soberbio y de corazón leonino



DISCURSO XXV. De Secretis Natura.
El dragón no muere si no es muerto con la ayuda del hermano y la hermana, que son el sol y la luna

EPIGRAMA XXV
No es una obra pequeña del arte el dar muerte al dragón de modo que no vuelva a alzarse vivo en el suelo. El hermano y la hermana le golpean al unísono con una maza en la cabeza, pues ninguna otra cosa le da muerte. Febo es el hermano, la hermana es Cintia; Pitón murió a manos de él, Orión de ella



EMBLEMA XXVI. De Secretis Natura.
El fruto de la Sabiduría humana es el árbol de la vida
EPIGRAMA XXVI
No hay mayor sabiduría en las cosas humanas que la que nos hace alcanzar una vida sana y rica. En la mano derecha lleva una larga vida en buena salud, y en la izquierda esconde montones de tesoros. Si alguno se acercara a ésta con la razón y la mano, tendrá en ella el fruto de la vida en lugar del de un árbol


EMBLEMA XXVII. De Secretis Natura.
El que intenta entrar en la rosaleda de los filósofos sin la llave , es como el hombre que quiere caminar sin pies
EPIGRAMA XXVII
La rosaleda de la filosofía abunda en flores de diversa especie, pero su puerta siempre está cerrada con firmes candados. Su única llave es tenida en el mundo por cosa vil. Sin ella, caminarás como sin pies. Intentarás alcanzar el parnaso en vano, tú que apenas puedes mantenerte en pie en el suelo


EMBLEMA XXVIII. De Secretis Natura.
El Rey se baña sentado en un baño laconiense y es liberado de la bilis por Pharut.
EPIGRAMA XXVIII
El Rey Duenech (en el que brillan las armas del leon verde) hinchado por la bilis estaba atormentado por fuertes molestias. Llama junto a sí al médico Pharut, que le promete la salud y le prepara vapor de agua de la fuente. Este le lavó y relavó bajo la bóveda vítrea, hasta que toda la bilis fue arrojada con el húmedo rocío. 


EMBLEMA XXIX. De Secretis Natura.
Así como la salamandra vive en el fuego, lo mismo la piedra
EPIGRAMA XXIX
Donde la salamandra vive más poderosa es en el fuego ardiente, no teme en nada las acechanzas de Vulcano. De igual modo la piedra tampoco rechaza los crueles incendios de las llamas, pues nació en el fuego permanente. Aquella, que es fría, apaga y sale libre. Pero ésta es caliente, y el calor -su semejante- le ayuda.


EMBLEMA XXX. De Secretis Natura.
El Sol necesita de la Luna como el gallo de la gallina
EPIGRAMA XXX
¡Oh, Sol!, no haces nada si no estoy con mis fuerzas junto a tí. Es lo mismo que el gallo, inútil sin la ayuda de la gallina. Estando yo, ¡oh, Luna!, presente, solicita mi auxilio, como le pide el gallo a la gallina. Loco es aquel que quiera desatar los vínculos de aquello que, por naturaleza, reclama un compañero


EMBLEMA XXXI. De Secretis Natura.
Un rey nadando en el mar grita en voz alta: Quien me saque obtendrá un gran premio
EPIGRAMA XXXI
Un rey nada en el vasto mar, y agobiado por el peso de la corona en su cabeza grita en voz alta: ¿Por qué no me ayudáis? ¿Porqué no acudís todos, siendo así que puedo enriquecer a quien me saque del agua? Devolvedme a mi reino si sabéis, y no os oprimirá la pobreza ni ninguna calamidad del cuerpo


EMBLEMA XXXII. De Secretis Natura.
La piedra es análoga al coral, que crece bajo las aguas y se endurece al aire
EPIGRAMA XXXII
Una planta que crece bajo la superficie del mar sículo ha multiplicado sus ramas en las tibias aguas. Coral es su nombre, y sale más duro cuando el Bóreas sopla desde el helado extremo del norte. Se torna en piedra con muchas ramificaciones, y posee un color rojizo. Es una imagen adecuada de la piedra de los filósofos


EMBLEMA XXXIII. De Secretis Natura.
He aquí a hermafrodito como muerto, yaciendo en la tinieblas, necesitando del fuego
EPIGRAMA XXXIII
El ser bicéfalo y de doble sexo aparece como un cadáver cuando está falto de humedad. Si se produce en la noche tenebrosa necesita del fuego. Dáselo y así revivirá en seguida. Toda la fuerza de la piedra está latente en el fuego, todo el vigor del azufre en el oro, el del mercurio en la plata


EMBLEMA XXXIV. De Secretis Natura.
Es concebido en los baños y nace en el aire, pero cuando se vuelve rojo camina sobre las aguas
EPIGRAMA XXXIV
El niño se concibe en el baño, nace en el aire brillante y, cuando es rojo, ve las aguas bajo sus pies. Sobre la cima de la montaña se muestra radiante aquel que debe ser la única preocupación de los doctos varones. Es piedra y no lo es, y será afortunado quien la tenga, si Dios le concede ese noble don del cielo


EMBLEMA XXXV. De Secretis Natura.
Ceres acostumbró a Triptolemo a permanecer en el fuego, lo mismo que Tetis a Aquiles. Obraron como los artífices de la piedra

EPIGRAMA XXXV
Considera que Triptolemo y Aquiles, el duro en el combate, aprendieron a soportar graves ardores por medio de las enseñanzas de sus madres. A aquél la divina Ceres, a éste Tetis les mantenía en el fuego por la noche, dándoles los pechos llenos de leche durante el día. No de otro modo se trabaja la bienaventurada medicina de los sabios a fin de que sea capaz de disfrutar del fuego como un niño de los pechos de la madre



EMBLEMA XXXVI. De Secretis Natura.
La Piedra, esto es, el Mercurio, ha caído a la tierra, ha subido a los montes, habita en el aire y se nutre en el río

EPIGRAMA XXXVI
Se dice que la piedra es un deshecho vil, que yace tirada en los caminos y que la tiene tanto el pobre como el rico. Otros piensan que está en lo alto de los montes, entre las brisas del aire, o que se nutre de los ríos. Todo esto es verdad en cierto modo, pero te advierto que busques tan gran tesoro en lugares montañosos



EMBLEMA XXXVII. De Secretis Natura.
Tres cosas bastan en el magisterio: humo blanco, esto es, agua; león verde, es decir, metal de Hermes, y agua fétida

EPIGRAMA XXXVII
Tres son las bases del magisterio: agua fétida, vapor níveo y león de piel verde. El agua, como madre, pare y produce los otros elementos, y es la primera cosa y la última para que los sabios hagan la piedra. El león verde es el metal de Hermes; y la piedra conocida por los capítulos de los libros es la humo blanco y el agua



EMBLEMA XXXVIII. De Secretis Natura.
Rebis, como hermafrodito, nace de dos montes: el de Mercurio y el de Venus

EPIGRAMA XXXVIII
Los antiguos llamaron Rebis a una cosa compuesta de dos, y Andrógino a lo que en un solo cuerpo es macho y hembra. En dos montes nació Hermafrodito, el que la nutricia Venus dió a Hermes. No desprecies su doble sexo, ya que él, que es al mismo tiempo macho y hembra, te dará al rey



EMBLEMA XXXVIX. De Secretis Natura.
Vencida la Esfinge y asesinado su padre Layo, Edipo se casa con su madre

EPIGRAMA XXXVIX
Con su arte, Edipo había lanzado a la muerte a la Esfinge, que era temida por los tebanos a causa de su enigma. Ella le había preguntado quién es el que tiene cuatro pies por la mañana, dos al mediodía y tres a la caída de la tarde. El vencedor mató a Layo, que no quiso ceder el paso, y desposó a la que era su propia madre



EMBLEMA XL. De Secretis Natura.
De las dos aguas haz una, y será un agua de santidad

EPIGRAMA XL
Hay dos fuentes de las que manan chorros de agua. Una, la del niño, arroja agua caliente; la otra, que se llama agua de la virgen, la tiene fría. Mezcla estas dos aguas de modo que sean una. El arroyo resultante tendrá las virtudes mezcladas de una y otra, como la fuente de Júpiter y Ammón, que al mismo tiempo es cálida y fría



EMBLEMA XLI. De Secretis Natura.
Venus tiñó las rosas con su sangre mientras acudía junto a Adonis, muerto por el jabalí

EPIGRAMA XLI
Mirra concibió de su propio padre al hermoso Adonis, delicia de la Chipriota, al que un jabalí dio violenta muerte. Acudió Venus e, hiriéndose un pie, tiñó con su sangre la rosa que antes fue blanca. Llora la diosa (lloran los sirios, hay luto general en el orbe) y le ha enterrado entre tiernas lechugas



EMBLEMA XLII. De Secretis Natura.
Sean la Naturaleza, la Razón, la Experiencia y la Lectura, guía, bastón, lentes y lámpara para el que quiera aprender la química 

EPIGRAMA XLII
Que la Naturaleza te guíe, y tú síguela en tu arte, porque errarás si no es la compañera de tu camino. Que la Razón te sirva de cayado, y la Experiencia te asegure las luces para que con ella puedas ver las cosas lejanas. Sea la Lectura la lámpara que despeje las tinieblas para que te guardes, prudente, del amontonamiento de cosas y palabras



EMBLEMA XLIII. De Secretis Natura.
Escucha lo que te dice el buitre, que de ninguna forma te engaña

EPIGRAMA XLIII
En lo alto del monte está el buitre exclamando sin cesar: se dice que soy blanco y negro, amarillo y rojo, y no es mentira. Lo mismo le pasa a el cuervo, que suele volar sin plumas. Así pues, en la noche tenebrosa y a la luz del día, éste y aquél son el elemento principal de tu arte



EMBLEMA XLIV. De Secretis Natura.
Tifón despedaza a traición a Osiris y dispersa sus miembros aquí y allá, pero la ínclita Isis los ha reunido
EPIGRAMA XLIV
Siria tiene a Adonis, Grecia a Dionisio, Egipto a Osiris, que no son sino el sol de la sabiduría. Está también Isis, hermana, esposa y madre de Osiris, que junta los miembros de aquél que tifón cercenó. Pero el miembro viril ha caído al mar y está perdido entre las olas, pues el azufre, lo que el azufre ha engendrado, está ausente



EMBLEMA XLV. De Secretis Natura.
El sol y su sombra llevan a buen término la obra

EPIGRAMA XLV
El sol, clara antorcha de la bóveda celeste, no penetra los cuerpos densos; por eso en las partes que le dan la espalda permanece la sombra. Y aunque esta es la más vil de todas las cosas su uso no tiene mucha utilidad para los astrónomos. Pero el sol ha otorgado muchos dones a los filósofos, y su sombra, porque permite finalizar la obra de arte de fabricar oro



EMBLEMA XLVI. De Secretis Natura.
Acuden a reunirse dos águilas, una proviene del orto y la otra del ocaso

EPIGRAMA XLVI
Se cuenta que Júpiter, queriendo determinar el centro exacto del mundo, envió desde Delfos dos águilas gemelas hacia las regiones de oriente y occidente. Según la tradición éstas volvieron a Delfos simultáneamente. Así pues, hay dos piedras gemelas que simpatizan perfectamente; una procede del orto, la otra del ocaso



EMBLEMA XLVII. De Secretis Natura.
Un lobo que venía de oriente y un perro de occidente se mordieron uno a otro

EPIGRAMA XLVII
Del lugar por donde el sol sale un lobo viene, y del lugar por donde se hunde un perro, ambos hierven de ira. Excitados por la furia se enzarzaron con rabia al verse mordisqueándose mutuamente. Estos dos son piedras hermanas que se dan gratuitamente en todas partes, en todo tiempo y a todos. Debes conocerlas.



EMBLEMA XLVIII. De Secretis Natura.
El rey enfermo que es cuidado por los médicos, obtiene la salud gracias a la ingestión de unas aguas
EPIGRAMA XLVIII
Un rey poderoso en riqueza y pueblos deseó beber las aguas de una fuente, e hizo que se la trajeran sus sirvientes. Las bebió y volvió e beber y, llenas sus venas de ellas, perdió el color, siendo entonces cuidado por ilustres médicos. Habiendo sido purgado por ellos con sudores y por el vientre y la boca, ambas mejillas se le tiñeron de nuevo de rojo



EMBLEMA XLIX. De Secretis Natura.
El hijo de la filosofía reconoce tres padres, como Orión

EPIGRAMA XLIX
Cuenta la fábula que Hermes, Vulcano y Febo vertieron su semen en una piel de vaca, y los tres fueron al tiempo los padres del gran Orión. Del mismo modo, dicen que la prole de la sabiduría tiene también tres padres. Se dice que el Sol es el primero, Vulcano el segundo, y el tercer padre es el que sobresale en el arte



EMBLEMA L. De Secretis Natura.
El dragón y la mujer se han dado mutua muerte, y se empapan en sangre simultáneamente

EPIGRAMA L
Cávese una profunda tumba para el dragón venenoso, en cuyo abrazo esté bien apretada una mujer. Mientras él recoge los placeres del lecho nupcial, que ella muera, y que el dragón sea enterrada con ella en el suelo. Así se da su cuerpo a la muerte y se tiñe de sangre. Ésta es la verdadera senda para tu obra


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