Alguna vez, después de perder tu mirada en el cielo, te has preguntado ¿por qué la sola contemplación del cielo ha despertado desde siempre una religiosidad en los seres humanos? ¿Por qué el cielo siempre ha sido asociado con lo divino? ¿Por qué, desde el nacimiento de nuestra especie hemos mirado al cielo para encontrarnos con lo sagrado?
La conjunción de los planetas o armonía del Universo, de Andreas Cellarius
La oración más popular del mundo se dirige al "Padre Nuestro que estás en los cielos". Es posible que la oración más antigua de la religiosidad humana se haya dirigido al mismo padre celeste, lo cual explica el testimonio de los africanos Ewe: "Allí donde está el cielo, allí está también Dios"
Wilhelm Schmidt, autor de la más voluminosa monografía consagrada al origen de la idea de divinidad, intenta demostrar la existencia de un monoteísmo primordial fundándose esencialmente en la presencia de los dioses celestes en las sociedades humanas más primitivas.
Lo que está fuera de duda es la casi universalidad de las creencias en un ser divino celeste, creador del universo y garantizador de la fertilidad de la tierra (gracias a las lluvias que vierte). Tales seres están dotados de una presencia y de una sabiduría infinitas; las leyes morales y a menudo los rituales del clan fueron instaurados por ellos durante su breve estancia en la tierra; velan por la observación de las leyes y el rayo fulmina a quien las infringe.
Algunos ejemplos históricos de deidades celestiales:
Pero, antes de seguir desarrollando el concepto de deidad celestial, o urania, es preciso tratar de comprender la significación religiosa y simbólica del cielo en sí mismo.
El cielo revela directamente, por sí mismo, su trascendencia, su fuerza, su sacralidad. Esto quiere decir que la simple contemplación de la bóveda celeste provoca en la conciencia primitiva, y en cierta forma en la moderna también, una experiencia religiosa, una revelación. El cielo se revela tal como es en realidad: infinito, trascendente, perenne. El simbolismo de su trascendencia se deduce, directamente, del simple percatarse de su altura infinita. El altísimo se convierte, del modo más natural, en un atributo de la divinidad.
Las regiones superiores inaccesibles al ser humano; las zonas siderales, adquieren los prestigios divinos de lo trascendente, de la realidad absoluta, de la perennidad. Semejantes regiones son la habitación de los dioses; allí es donde llegan algunos privilegiados por medio de ritos de ascensión celeste; allí donde se elevan, según las concepciones de ciertas religiones, las almas de los muertos.
Lo alto es una dimensión inaccesible al ser humano como tal; pertenece por derecho a las fuerzas y a los seres sobrehumanos; aquel que se eleva subiendo ceremoniosamente los escalones de un santuario o la escala ritual que conduce al cielo deja entonces de ser humano; las almas de los difuntos privilegiados, en su ascensión celeste, han abandonado la condición humana.
Ahora desarrollemos esta cosmovisión en los diferentes continentes y culturas del mundo:
Continuará...
En las siguientes entregas de la Significación religiosa y simbólica del Cielo desarrollaremos la idea de las deidades celestiales entre los Selknam, Andamanes y África, además del concepto antropológico del Deus Otiotus.
Algunos ejemplos históricos de deidades celestiales:
Posible representación sumeria del dios celestial Anu, señor de las constelaciones y rey de los dioses, que vivía con su esposa, la diosa Ki en las regiones más altas del cielo (An).
Ahura Mazda u Ormuz, divinidad persa exaltada por Zoroastro como el Creador no creado. Es el dios del cielo, omnisciente y sacerdote celeste.
Mosaico romano que representa a los dioses primordiales Urano, que literalmente significa cielo y su esposa Gea, personificación de la tierra.
Representación en relieve, hallada en el Caldero de Gundestrup, de la deidad celestial celta Taranis.
El cielo revela directamente, por sí mismo, su trascendencia, su fuerza, su sacralidad. Esto quiere decir que la simple contemplación de la bóveda celeste provoca en la conciencia primitiva, y en cierta forma en la moderna también, una experiencia religiosa, una revelación. El cielo se revela tal como es en realidad: infinito, trascendente, perenne. El simbolismo de su trascendencia se deduce, directamente, del simple percatarse de su altura infinita. El altísimo se convierte, del modo más natural, en un atributo de la divinidad.
Robert Fludd, grabado aparecido en el tratado alquímico Utriusque Cosmi Historia
Lo alto es una dimensión inaccesible al ser humano como tal; pertenece por derecho a las fuerzas y a los seres sobrehumanos; aquel que se eleva subiendo ceremoniosamente los escalones de un santuario o la escala ritual que conduce al cielo deja entonces de ser humano; las almas de los difuntos privilegiados, en su ascensión celeste, han abandonado la condición humana.
Representación en fresco de la Ascensión de Cristo elaborada por Giotto di Bondone, en esta imagen se representa la ascensión de Jesucristo al cielo en presencia de sus discípulos tras anunciarles que les enviaría el Espíritu Santo. Este es un claro ejemplo de ascensión a las regiones ultramundanas a cambio de la humanidad.
Ahora desarrollemos esta cosmovisión en los diferentes continentes y culturas del mundo:
DIOSES AUSTRALIANOS DEL CIELO
Baiame, la divinidad suprema de las tribus del sureste de Australia (Kamilaroi, Wiradjuri, Euahlayi), habita el cielo, junto a un gran curso de agua (la vía láctea), y recibe allí las almas de los inocentes. Está sentado sobre un trono de cristal; el sol y la luna son sus hijos, sus ojos en la tierra. El trueno es su voz; hace caer la lluvia, reverdeciendo y fertilizando así la tierra entera; en este sentido también es creador. Como los otros dioses celestiales Baiame ve y oye todo.
Pintura rupestre de la etnia australiana Wonnarua, que representa a Baiame, Dios Creador y padre del cielo.
Otras tribus, situadas en la costa este conocen a un ser divino similar: Daramulun. Este nombre esotérico solo es comunicado a los iniciados; las mujeres y los niños no lo conocen sino como (papang) y señor (biambiam).
Del mismo modo las imágenes de arcilla del dios solo son mostradas en el transcurso de las ceremonias de iniciación; después son destruidas y dispersadas con un cuidado particular. En otro tiempo, Daramulun vivió durante algún tiempo en la tierra en inauguró los ritos de iniciación; después se elevó de nuevo al cielo y desde allí se escucha su voz, el trueno; desde allí envía la lluvia.
La iniciación consiste, entre otras cosas, en la revelación solemne del "rombo"; un pedazo de madera de alrededor de 15 cm. de largo y 3 de ancho., que posee en un extremo un orificio por el que pasa un cordel; por su rotación, el rombo produce un sonido análogo al trueno y al mugido del toro (de donde también su nombre inglés de bullroarer). Solo los iniciados conocen la identidad del rombo y de Daramulun. Esos misteriosos gemidos que se escuchan por la noche, provenientes de la jungla, llenan a los no iniciados de un terror sagrado, pues se adivina en ellos la cercanía de la divinidad.
Figura en relieve de la deidad celestial iniciática Daramulun
Los bullroarer o churingas son instrumentos ceremoniales que, al hacerlos girar, emiten un sonido profundo y característico. Este sonido ha sido a lo largo de miles de años considerado sagrado por numerosas culturas.
El ser supremo de las Tribus Kulin se llama Bunjil, que literlamente significa "el águila", habita en lo más alto de cielo, por encima del "cielo oscuro"; semejante a una montaña, es hasta donde pueden elevarse los curanderos, allí, otra figura divina, Gargomitch, los acoge e intercede a su favor ante Bunjil).
Fue Bunjil quien creo la tierra, los árboles, los animales y al humano mismo (habiéndolo hecho con arcilla, le "insulfó" el alma por la nariz, la boca y el ombligo). Pero Bunjil, después de haber investido a su hijo Bimbeal del poder sobre la tierra, y a su hija Karakarook del poder sobre el cielo, se retiró del mundo: permanece sobre las nubes, como un "señor", con un gran sable en la mano.
Representación rupestrte del dios celestial Bunjil, deidad suprema de la nación Kulin.
(Fuente: En gran parte la información fue extraída, resumida e interpretada del libro "Tratado de Historia de las Religiones"; del historiador rumano Mircea Eliade.)
Continuará...
En las siguientes entregas de la Significación religiosa y simbólica del Cielo desarrollaremos la idea de las deidades celestiales entre los Selknam, Andamanes y África, además del concepto antropológico del Deus Otiotus.
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